Para poder equipar mi primer cuarto oscuro, debí trabajar un año en una de las casas fotográficas más prestigiosas de la capital. Recuerdo que, a la sazón, llegaban las últimas cámaras analógicas con enfoque automático, y la jefa a de local, advirtiendo mi interés por aquellas florituras tecnológicas, me destinó de inmediato a la venta de las máquinas profesionales. Sin embargo, nada hacía presagiar que yo permanecería en aquel lugar, más allá del tiempo que me permitiría ahorrar para mi propósito. La relación con los otros dependientes, desde el inicio, fue francamente desastrosa, pues les molestaba que un advenedizo con una formación diferente a la de ellos, viniera a desbancar su lugar.
Sin embargo, no todo fue tan deplorable en esta experiencia con el mundillo comercial. Después de algunos meses de ostracismo, logré hacer buenas migas con el jefe de laboratorio, y a menudo me arrimaba a su espacio de trabajo para conocer las etapas del proceso C-41 que revelaba en 1 hora las películas de color. De este modo, comprobé que para poder calibrar las máquinas, realizaba varias pruebas en papel fotográfico original, y todas estas muestras evidenciaban diferentes veladuras por acción de la luz, siendo su destino las bolsas negras de la basura que se llevaba regularmente el camión.
Recuerdo también que, por aquel entonces, influenciado por la obra del húngaro Laszlo Moholy Nagy (1895-1946), uno de los grandes pioneros de la fotografía Bauhaus, me propuse la tarea de crear mis primeros fotomontajes con todo este material fotográfico de desecho que me obsequiaban los laboratoristas sin saber para qué, y que yo recolectaba diariamente con dedicación. Al cabo de un tiempo, reuní cientos de papeles en formato postal con diversas tonalidades lumínicas, y espacios multiformes de negro, de rojo y de amarillo, que los fines de semana me dedicaba pacientemente a seleccionar y pegar.
Los 3 fotomontajes que revelo a continuación son el resultado de este afán, y corresponden, en rigor, a mi única incursión en la fotografía experimental. Estos trabajos fueron seleccionados para la exposición de Reciclarte, primer concurso de Arte Ecológico (Centro Cultural Alameda, Santiago, 1993). Desde esa fecha estas obras no se han vuelto a exhibir.
Ramón Ángel Acevedo Arce (Rakar)
Marzo de 2012 pdf/CATÁLOGO
Fotografías y textos: Ramón Ángel Acevedo
Fue mi primera exposición en un instituto binacional. No se trataba de un ensayo fotográfico, como los que se sucederían después. Simplemente se trataba de un corpus de imágenes que aparentemente no mantenían una unidad temática entre sí, pero que estaban indisolublemente imbricadas por escritos y poemas de mi autoría que las acompañaban, y que expresaban mi percepción y mi sentir sobre la realidad. Por aquel entonces, cada una de las fotografías que realizaba me instaba a escribir un texto breve (preferentemente poético) sobre su contenido particular. En otras ocasiones sucedía que fotografiaba sobre lo que había ya escrito con anterioridad. De este modo, la interrelación entre la imagen y el texto configuraba una totalidad. No se trataba, pues, de una mera interpretación o de un agregado arbitrario de las imágenes; los textos relataban la verdad de la vida (a través de mi subjetividad), y las imágenes ilustraban una vivencia existencial.
Además, me parecía que la Fotografía por sí sola nos situaba en la dermis de las cosas o se quedaba en los extramuros de lo real (Barthes dirá que ella sólo “nos induce vagamente a pensar”). De allí que el texto o la cita viniera en auxilio de la imagen fotográfica para ayudar a descifrar el complejo entramado de la realidad; De hecho –y no fue casualidad-, la exposición estaba dedicada a Walter Benjamin, uno de los teóricos de la imagen más importantes del siglo 20, que exhortaba tanto a los escritores a hacer fotografías, como a los fotógrafos a aprender a leer sus propias imágenes (una suerte de proyecto de literaturización de la Fotografía que le permitiría alcanzar a ésta un sentido desmistificador).
Revisando aquel material, me doy cuenta que la suma del trabajo fotográfico que realizara con posterioridad, es, de uno u otro modo, tributario de esta pequeña muestra liminar. En ella se confrontaban las imágenes y las palabras como expresión de una verdad interior, a la que en el curso de los años he pretendido ser fiel.
Presento aquí algunas de las fotografías expuestas en aquella ocasión. Incluyo, asimismo, fragmentos de los textos que las acompañaban. Remito, además, al Catálogo para quien desee profundizar. Finalmente, reproduzco el texto de inicio de la muestra que resumía de manera fehaciente mi visión personal:
“Imágenes ancladas a mi silencio, a mi tristeza, a mi feudo de espanto y soledad; es así pues como asumo la Fotografía, como una hipóstasis de mi inconsciente en la plenitud de la realidad. En ella navego y, a la deriva (vulnerable, desconocido), soy uno entre tantos más; desde él vengo; allí nació algún día, lo que fui, lo que voy siendo, lo que soy…”
Ramón Ángel Acevedo Arce (Rakar)
Marzo de 2012
http://elviajederakar.cl/rakar/index.php/imagenes-liminares#sigFreeId1294f020cb