el viento

 

 

 

Expedición al Valle del Nido de las Águilas
(fragmento)

… Me bastarían mi refugio secreto en la montaña, el esmero con que Ana María aderezaba mis comidas caseras del día, el pan amasado en los hornos de barro, los aullidos y la mirada lastimera del Black cada vez que adivinaba mi partida al encender el pequeño motor de la Jog, las incursiones en la moto por los senderos polvorientos y escondidos de Colliguay. Sólo allí me había reencontrado con las formas de ser que yo más amaba, la de los lugareños y humildes aldeanos que, junto a la naturaleza, resultaban ser siempre un bálsamo de purificación. Abandonado, pero dichoso, sentí por los caminos de este Valle que el viento soplaba donde quería, pero ahora lo hacía sólo para mí, a favor de mi dirección.

Del estrecho contacto con aquellos hombres, y como fruto de mi estadía en aquel lugar, son estos cuadros arrancados de la vida real y desnuda, imágenes de un tiempo detenido que nos remiten a un referente directo, huellas indesmentibles de la realidad, lo mismo que unas pisadas a unos pies.

 

 

 

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